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Praga, Otra mirada. Por Claudia Stavron


Praga, Otra mirada

Por Claudia Stavron especial para Revista Latitud

Corría el mes de agosto de 1968. Medio millón de hombres entraron a Checoslovaquia y la conquistaron en pocas horas. Rusos, polacos, búlgaros, alemanes, húngaros, eran las fuerzas del Pacto de Varsovia. Armados, con sus tanques, invadieron, pensando que llevaría cuatro días dominar al país. Pero la resistencia se mantuvo durante ocho meses.

Los dirigentes checoslovacos pidieron a la población que no ofrecieran resistencia violenta, porque sería un suicidio.

El poderío de las tropas era tan impresionante que enfrentarlos sería un suicidio. Los dirigentes pedían al pueblo soportar sin violencia. Pero salieron a las calles a manifestarse, pancartas en mano con el lema “Go home, Ivan”, que podría traducirse como “Rusos fuera”. Intentaron estrategias para confundir a los invasores, como sacarle el nombre a las calles. El toque épico lo agregó un mártir, Jan Palach, de 21 años, quien se suicidó prendiéndose fuego el 16 de enero de 1969 en la plaza de San Wenceslao de Praga. Con este gesto desesperado, el estudiante pretendía mostrar su más viva indignación contra la invasión de Checoslovaquia por los soviéticos, que había terminado con las reformas democratizadoras. A partir de ese momento, Palach se convirtió en un símbolo de la famosa “Primavera de Praga”.

Praga

La ciudad dorada, la de las cien torres…inmortalizada en “La insoportable levedad del ser”.

Si me preguntan por qué elegir Praga como destino… No hay un solo porqué. Por romántica, por deslumbrante, por su belleza diferente, porque caminarla es atravesar su rica y dolorosa historia milenaria, por distinguirse de las demás capitales… Y por qué no, por su cerveza.

Ubicada en el corazón de Europa central, sobre el río Moldava, en realidad quedó marcada a fuego por haber sido parte de sido dominada por la URSS durante tantos años. Pero trascendió más aún con ese instante breve de la historia, cuando intentó lo que parecía imposible: democratizar el socialismo. 

El convulsionado siglo XX

Una larga historia que data de siglos. Muchos pueblos e imperios pasaron por aquí. En el siglo XX fue muy golpeada por las dos guerras mundiales y la dictadura nazi.

Terminada la segunda guerra, en 1946, el partido comunista checo ganó las elecciones. Dos años más tarde, un golpe de Estado lo convirtió, además, en la única fuerza política.

Desde ahí en adelante, el país formó parte del Pacto de Varsovia, lo que la ubicaba en el bloque socialista contra Occidente, y desde el COMECON, especie de Mercado Común integrado por los satélites de la Unión Soviética. La doctrina de la soberanía limitada permitía al Pacto de Varsovia intervenir en el territorio de sus miembros si el socialismo se veía amenazado. Y así fue.  

Praga

La primavera de Praga

Todo comenzó en enero de 1968, cuando el líder comunista Alexander Dubček implementó en Praga nuevas reformas con la intención de aumentar la participación del pueblo en la política, y permitir mayor libertad de prensa y cultura. Un socialismo con rostro humano.

Como parte de esas medidas, decían que los comunistas no debían ocupar el poder contra la voluntad del pueblo. En consecuencia, se permitió la fundación de partidos no comunistas. Las reformas de Dubcek tuvieron un rápido eco en otros países socialistas.

El objetivo era democratizar el socialismo. El resultado fue el renacimiento de la libertad política y cultural que los dirigentes del partido leales a Moscú le habían negado por mucho tiempo al pueblo. Floreció la prensa libre, los artistas y escritores comenzaron a expresar sus ideas.

 La mayor alarma en el gobierno de Moscú fue cuando proclamó que quería crear “una sociedad libre, moderna y profundamente humana”. Fueron tiempos realmente primaverales! Reinaban la esperanza y el optimismo. 

Obviamente, duró poco. La reacción fue inmediata: Moscú se propuso terminar con esto, y lo llamó “salvar el socialismo en Checoslovaquia”, supuestamente amenazado por fuerzas contrarrevolucionarias. “Podríamos ocupar el país entero en 24 horas” fue la advertencia. El Pacto de Varsovia efectuó maniobras militares en territorio checoslovaco entre el 20 y el 30 de junio.

Hubo actos esporádicos de violencia y varios suicidios de protesta y de inmolación (el más famoso fue el de Jan Palach), pero no hubo resistencia militar.

 La invasión soviética aplastó sueños de cambio, de libertad…dejando paso nuevamente a la opresión. Y dejó al desnudo, frente al mundo entero, el totalitarismo soviético, en plena guerra fría. Por eso, típico de los regímenes autoritarios, fue la propaganda, en este caso, justificándose con excusas como que los soldados habían sido enviados para restaurar el orden, y dando a entender la aprobación del pueblo. Había un miedo oculto, y era cuán contagioso podría ser esto en las demás repúblicas de la URSS.

Praga

Rápidamente la Unión Soviética controló Checoslovaquia. Sus tropas permanecieron estacionadas en el país hasta la caída del comunismo, a pesar de que en un principio su presencia iba a ser “temporal”. En Praga se impuso un gobierno formado por comunistas ortodoxos.

 Inmediatamente pusieron en marcha la llamada “normalización”, es decir, una simple vuelta al estalinismo. Dubcek fue sustituido por Gustáv Husák, y el Partido Comunista expulsó a un 21,7% de sus afiliados, simpatizantes de la Primavera de Praga. Esta política represiva se vio acompañada de la crisis económica que afectó al país en las siguientes décadas.

Bienvenida Perestroika

Durante los años ochenta, el líder soviético Mijaíl Gorbachov puso en marcha un proceso de apertura política conocido como Perestroika, con el objetivo de democratizar la URSS. Este cambio impulsó en Checoslovaquia la reivindicación de una mayor libertad.

A finales de 1989 y tras la Revolución de terciopelo, se inicia un período de manifestaciones pacíficas que comienzan el 17 de noviembre de 1989 en Praga, las cuales llevaron al fin del comunismo.

Mientras tanto, caía el símbolo más poderoso de la Guerra fría. Miles de alemanes orientales se concentraron frente al Muro de Berlín, comenzando a derribarlo.

La reunificación alemana fue el principio del fin del régimen y luego el derrumbe del bloque soviético.

En 1993, dado el creciente nacionalismo eslovaco, se produjo el desmembramiento de Checoslovaquia en dos países: la República Checa y Eslovaquia.  Praga se convirtió así en la capital checa.

Praga

Datos de Interés para el Viajero

Si su historia no es lo que más te atrae, podés elegir a Praga por su belleza natural, su río, sus edificios medievales, y los imperiales, sus calles, sus plazas.

-Comer y hospedarte en Praga resulta bastante más económico que en otras capitales. Hay precios para los bolsillos de viajeros gasoleros. 

-Recorrerla es muy fácil. Es una ciudad perfectamente caminable, atractivamente caminable.

-Está en el corazón de Europa, y además muy bien conectada por todas las vías, especialmente por avión y por tren.

Atractivos Turísticos 

El Castillo de Praga: es el monumento cultural e histórico nacional más importante, símbolo de más de mil años de desarrollo del estado checo.

Construido en el S IX. Se trata de un conjunto monumental que incluye: el Palacio Real, residencia de los reyes de Bohemia, de los emperadores del Sacro Imperio Romano Germano.

El ayuntamiento y la plaza de la ciudad vieja

Tuve la suerte de haber ido en verano, y ver decenas de puestos de artesanías y comidas típicas. En ellos podés probar su cerveza, riquísima, de las más famosas del mundo! Y ni hablar de sus salchichas!

La plaza es el centro de la vida pública, con la iglesia de Nuestra Señora de Týn. Aunque quedó tapada tras las fachadas de las casas, sus torres se destacan de todos lados.

El impresionante reloj astronómico construido en la Edad Media, está formado por un cuadrante astronómico, un calendario y una serie de esculturas góticas que lo adornan y que, cada hora en punto entre las 09:00 y las 21:00 horas, se mueven representando su papel: muerte, lujuria, vanidad y codicia. Tras ellas, aparecen los Doce Apóstoles tras una ventana.

El puente de Carlos: tan hermoso!! Dicen que fue el mismo emperador Carlos IV que puso su primera piedra. Fortificado por ambos extremos con torres. Mide 516 metros de largo y casi 10 metros de ancho.

De un lado hay dos torres, de la parte de la Ciudad Vieja. En la entrada al puente ves la puerta gótica más bella de Europa, terminada antes de 1380. El puente fue progresivamente adornado con esculturas de 30 santos desde 1683 a 1928.

Praga

La Plaza Wenceslao: su nombre es en honor al patrón de Bohemia. Es el lugar donde el pueblo realiza manifestaciones o celebraciones.

En uno de sus extremos se encuentra el Museo Nacional Checo .

El cementerio y el barrio judío: es una visita obligada, no por su belleza, que la tiene y mucho, sino por su historia. 

Las Cervecerías: los expertos cerveceros dicen que son las mejores cervezas de Europa, entre ellas la Pilsen. Encontrás bares, sitios de cata, y fábricas de cerveza por toda Praga.

Por último, subir a algún mirador o a alguna de las colinas cercanas a la ciudad,  y contemplar las hermosas torres y campanarios que destacan entre los edificios, razón por la cual se la conoce también como stověžatá, es decir, Praga la ciudad de las cien torres. 

Conclusiones

Para mí visitar un destino sin saber nada de él, no es lo mismo. Sus historias los convierten en más atractivos. Caminar calles y rincones que no están vacíos, que no son puestas de set de filmación.

Por allí transitaron héroes anónimos que muchas veces cambiaron la vida de un pueblo. Alguno pudo haber sido el abuelo del mozo que te sirvió un café, contándote las glorias de sus ancestros.

 Indagando más sobre la famosa “Primavera de Praga”, encontré argumentos para entenderla, para recorrerla con otra mirada. 

Sus calles, las pintadas en las paredes, los barrios de las afueras, su gente, su vida cotidiana, no dicen lo mismo que sus grandes construcciones, puentes, castillos, palacios e iglesias. Porque detrás de reyes y príncipes opulentos, siempre están los pueblos, en los que queda la marca de la opresión, de las injusticias sociales, de la pobreza.

La Primavera de Praga fue un ejemplo que trascendió.

 Duró poco, sin embargo generó una atracción en el mundo. Era llamativo y jugado…ese intento de combinar socialismo con democracia. Algo único en la historia de Europa.

Visitá Praga. Bohemia, pintoresca, bella. Pero conocer antes su historia, te dará otra perspectiva. Ni “insoportable” y mucho menos “levedad” de seres que se jugaron la vida, en tiempos y espacios, donde la guerra fría no daba lugar a la libertad. 

Otro destino para mi lista, de esos que dejan huella.  



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