¡Al norte en familia!
Por Alejandro Oriti Tizio, especial para revista latitud
Fotos de Federico Petrocco
Apasionados lectores y viajeros de Latitud. En esta oportunidad quiero compartir con todos ustedes mi experiencia recorriendo en familia el Noroeste de la República Argentina.
Este viaje tuvo lugar en el verano del 2013. Después de abundante lectura previa de experimentados, sus diarios, libros y mapas, pudimos organizar esta maravilloso travesía.
Salimos de Rosario a las 5 am del viernes 18 de enero hacia San Miguel de Tucumán. Atravesamos las rutas 9, 60 y 157 para cubrir los novecientos treinta y un kilómetros de distancia, con una única parada para alimentar los cuerpos y el vehículos. Llegamos a la tarde y enseguida nos instalamos en el Hotel Le Park, con una inmejorable ubicación y atención de su personal.
San Miguel de Tucumán es una bella Ciudad que combina la historia de la Argentina independiente, encerrada en su casco urbano, con el inmenso verde que vive a pocos kilómetros de él (revalidando así su condición de Jardín de la República). En los tres días que permanecimos en ella recorrimos las numerosas plazas colmadas de familias y además visitamos el Museo Histórico de la Provincia que funciona en la “Casa Avellaneda”. Esta última fue la primera vivienda de dos plantas que se construyó en Tucumán y que fuera también residencia del entonces Gobernador y abuelo materno del ex presidente Nicolás Avellaneda.
Imposible no recorrer los recintos y la historia de la Casa de Tucumán y su show de luz y sonido que se da en las noches. En el cierre se realiza el izamiento de nuestra enseña patria y la entonación del Himno Nacional Argentino.
Muy cerca del Centro de la Ciudad nos encontramos con la Localidad de Yerba Buena, una urbanización de casas residenciales que nos conectó con el Cerro San Javier. Este lugar tiene el potencial de maravillar a quien lo visite con toda la intensidad del color, típica de la vegetación subtropical de las yungas. En sus más de 100 curvas se vive una montaña rusa de emociones, especialmente en la llamada «el rulo». Se alcanzan casi mil novecientos metros sobre el nivel del mar y, por ahí, se accede a las villas veraniegas Villa Nougués, El Siambón, Raco y San Javier. El regreso fue algo accidentado por que en vez de salir hacia el Dique El Cadillal atravesamos unos ripios que nos llevaron cerca de Famaillá. Dato, el GPS allí no funciona.
La mañana lluviosa del lunes 21 partimos hacia Purmamarca. En nuestro plan de viaje debíamos tomar las rutas 9, 34, 66 y 52 para trazar los cuatrocientos diez kilómetros que nos separaban de este próximo destino. A último momento decidimos desistir de la ruta convencional y nos adentramos en los encantos de Tafí del Valle y Cafayate. Por la Ruta Provincial 307 penetramos la selva tucumana pasando por los parajes de «El Indio», «La Heladera» y «El Fin del Mundo».
Sólo tuvimos tiempo para contemplar la belleza de sus cerros con casas bajas mientras estábamos llegando, hacer una breve recorrida por su Centro y bajar en la rotonda para sacarnos la foto de rutina.
Con algo de desazón por tener que abandonar ese inmenso paisaje pero con sus tintes aún en las retinas, volvimos a la ruta. Nos esperaba un largo viaje. Continuamos hacia el Norte dejando atrás Tafí, apreciando por última vez la vista panorámica de todo el valle, como una postal viva. Atravesamos un hermoso y solitario camino de montaña llamado «Abra del Infiernillo», que nos esperaba con una intensa neblina que impedía ver más allá de cinco metros.
Más adelante cruzamos Amaicha del Valle, una comunidad Indígena del Pueblo Calchaquí, que aún mantiene sus instituciones ancestrales como el cacicazgo y el consejo de ancianos. Esta parada es famosa además por su museo de la Pachamama y la fiesta nacional que se le dedica a la «Madre Tierra» en el mes de febrero.
Unos 18 kilómetros más al noroeste nos encontramos con las Ruinas de Quilmes, el último bastión de resistencia indígena contra la conquista realista.
Desandamos el largo camino de ripio que debimos tomar para ir a las ruinas y retomamos la ruta para transitar el tramo final de nuestro recorrido antes de llegar a Purmamarca.
sin embargo aún nos quedaba algo en el medio de este camino que no podíamos dejar de hacer, recorrer la reserva natural Quebrada de las Conchas o Quebrada de Cafayate. Está maravilla natural es parte de los los Valles Calchaquíes salteños y queda muy cerca de la localidad de Cafayate.
En su recorrido pueden apreciarse paisajes de colores muy variados y geoformas surrealistas, entre las que se destacan la Garganta del Diablo y el Anfiteatro. Cuentan que en el pasado estas formaciones eran cascadas de agua dulce que fueron erosionando la piedra dando su especial configuración actual. Otras formaciones populares son el sapo, el fraile, las ventanas y los castillos.
Nos prometimos volver algún día para caminar por estos maravillosos lugares porque, si bien el lugar merece ser visitado con detenimiento, este no era nuestro momento.
Llegamos a Cafayate, la ciudad más importante dentro del circuito turístico de los Valles Calchaquíes. Entramos custodiados por kilómetros de viñedos que nos invitaban a recorrer sus afamadas bodegas de vino torrontés, pero sólo tuvimos tiempo de cargar combustible y comer algo. Nos quedaban todavía 365 kilómetros por recorrer para llegar a Purmamarca. Luego de obligadas paradas en Salta Ciudad y San Salvador de Jujuy, en medio de una noche cerrada, llegamos a La Posta de Purmamarca, nuestro lugar elegido para descansar. Llegamos justo a tiempo para poder comer unas riquísimas empanadas jujeñas entre las que destacaron las de humita, quinoa y cebolla.
Luego de un sueño y el desayuno reparadores salimos a conocer esta hermosa localidad del departamento de Tumbaya.
Purmamarca, que en su lengua aimará significa «pueblo de la tierra virgen», ofrece a los miles de viajeros que la visitan una muestra de su cultura aborigen intacta. Sus callecitas de tierra angostas y empinadas, y sus casas de adobe, que se convierten en las noches en posadas llenas de canto y viento, son la descripción más noble de ese lugar.
A mi gusto es el pueblo más pintoresco de toda la Quebrada de Humahuaca. Resulta imposible no sacarse la clásica foto con el cerro de fondo o comprar en la feria de la plaza principal. Les recomiendo dar la vuelta alrededor del Cerro de los Siete Colores, el camino de los Colorados. Este paseo los llenará de naturaleza viva en cada centímetro, además de ofrecer la mejor vista del pueblo. A la noche, la cita obligada son las Peñas que se desarrollan en los patios de cada casa.
Nos encontramos viajeros jóvenes, y algunas familias también, de todas partes del mundo. Eso sí, por la noches hay que llevar abrigo, incluso en verano. ¡Nosotros estrenamos unos de pelo de llama una de esas noches!. Abandonamos Purmamarca hacia La Quiaca el caluroso miércoles 23.
De paso en el camino conocimos Maimará, con su bella cerros policromáticos. Un poco más adelante también Tilcara, que ofrece un trazado urbano y varios de sus edificios que datan de la época colonial Huacalera. En este lugar se destacan el reloj solar y un monolito que marca el paso de la línea imaginaria del Trópico de Capricornio. Cuenta la historia que en Huacalera y a orillas de un arroyo, soldados unitarios descarnaron el cuerpo del General Lavalle para evitar que fuera capturado por sus perseguidores. Se dice también que enterraron sus partes blandas cerca de una Capilla del lugar colocando el corazón en un recipiente y sus huesos, lavados y puestos en una caja con arena seca, para destinarlos luego a Potosí.
Humahuaca le pone fin a la Quebrada con el orgullo de haber sido escogida como altar simbólico de la Patria en el Norte Argentino. Esto se debe a haber sido teatro, bastión, hito estratégico y campo de las hazañas más bravas e imperecederas de la Guerra Gaucha.
Abra Pampa es nuestra última parada antes de llegar a La Quiaca. Es la segunda urbe en importancia y se encuentra a 63 km de aquella tierra ya no tan lejana.
La Quiaca nos esperaba quieta, tranquila, como dormida. Nos acomodamos en un hotel ubicado en plena peatonal de la Ciudad. De ahí fuimos a un comedor lindero, en cuyo menú no podía faltar la tradicional sopa jujeña. Por la tarde cruzamos el puente hacia el paso fronterizo internacional «La Quiaca-Villazón», pero la experiencia duró poco, ya que debimos pegar la vuelta antes de lo pensado por una fuerte tormenta de viento y lluvia.
Después de una noche helada y lluviosa, y de un frugal desayuno, retornamos a la ruta con destino a Salta. Eran las 10 del día jueves 24.
Recorrimos 404 kilómetros por la Ruta 9 en la mitad del tiempo que nos llevó la ida. Claro, la ida fue en subida y la vuelta todo en bajada. Allí descubrimos la peligrosidad de los caminos rodeados de precipicios, que antes no pudimos observar por la oscuridad que nos acompañó.
Arribamos a Salta a las 15 horas aproximadamente. Salta es tan linda que enamora, dice su eslogan. Y es cierto!. Infaltable la recorrida por la Plaza 9 de Julio fundada en el 1582 como sitio de justicia, religión, diversión y de administración, originando así la fundación de la Ciudad de Salta. En su entorno se encuentra el Cabildo de Salta en donde se revive la disputa de antaño entre Unitarios-Federales.
La Catedral de Salta también se encuentra cerca de ahí. Visitamos también el museo arqueológico de alta montaña, que tiene como misión principal resguardar el hallazgo arqueológico denominado «Los Niños de Llullaillaco». Sus cuerpos momificados fueron encontrados en la cumbre del Volcán de Llullaillaco en el año 1999, después de 500 años enterrados allí. Es impresionante verlos en un casi perfecto estado de conservación, incluso sus prendas y cabellos.
A pocos metros de la Plaza se encuentra la casa nativa del General Martín Miguel de Güemes devenida en Peña.
Como dice la canción, el que no conoce Balderrama no conoce Salta, por lo que fuimos a ese emblemático lugar en donde se respiran disímiles culturas y aromas; si se presta atención se puede escuchar aún allí las voces de quienes hicieron grande el folclore norteño. Es como si al ver las fotos que inundan sus paredes nos remontamos a los tiempos del poeta Castilla y el genial Cuchi Leguizamón. Invadimos indiscretamente su habitación mientras creaban una genial zamba en la voz de Mercedes Sosa.
Vale la pena también conocer el Cerro San Bernardo, atreverse a conectar la distancia entre el suelo salteño y su cima en los teleféricos, en un viaje panorámico de 15 minutos.
Finalizamos nuestro maravilloso viaje con unos días en Termas de Río Hondo en San Roque.
Viajar es soñar. Soñar es Vivir!.
¡Hasta nuestro próximo viaje!