Carretera Austral en bicicleta, un viaje al ritmo de la naturaleza.
Por Rodrigo Puchi, especial para Revista Latitud
Quiero compartir a continuación parte de mi aventura por la Carretera Austral, pedaleando estos tiempos de pandemia. Quiero que conozcan los lugares importantes a conocer en esta ruta y de paso motivarlos a salir y conocer.
A los que nos gusta la bicicleta y además nos gusta viajar seguro se nos ha pasado por la mente, en alguna etapa de nuestra vida, el realizar alguna ruta en modalidad de cicloturismo. En mi caso la Carretera Austral en la Patagonia Chilena era un sueño que tenía desde ya hace muchos años.
El momento en el que conocí parte de la Ruta 7 en modo mochilero unos años atrás, fue cuando tuve la iniciativa. Veía a ciclistas pedaleando por la ruta, unos en solitario, otros en pareja y otros hasta en familia con niños pequeños. Esto, combinado con un año de restricciones de nuestras libertades de manera abrupta por un virus, y ya con las ganas de querer volver a salir nuevamente, fueron el empujón que necesitaba. Coincidimos con un gran amigo de la universidad, y nos motivamos para poder realizar la ruta.
El poder realizarla en tiempos de pandemia se veía algo complicado en un comienzo, sin embargo, con la pequeña apertura del gobierno por motivos de vacaciones, y siguiendo los lineamientos de la autoridad sanitaria, pudimos realizar esta aventura a través de la Patagonia.
Con mi amigo de viaje, comenzamos a planificar y ver todo lo que necesitaríamos en relación a implementos básicos para este viaje, unos dos meses antes de comenzar. Lo primero fue comprar las cosas que nos hacían falta para después dejar a punto las bicicletas, además de un poco de preparación física y mental para lo que se venía.
La Carretera Austral tiene una distancia de 1.247 kilómetros y un poco más de 18.600 metros de desnivel acumulados en positivo (muchas subidas). Nosotros empezamos el recorrido en la ciudad de Puerto Montt, con destino final a la Bahía Bahamondes, en el lago O´Higgins.
Comenzamos muy emocionados y con adrenalina por el inicio de este gran desafío que teníamos por delante. Los primeros días fueron de acostumbrar el cuerpo a estar arriba de la bicicleta por varias horas, regular la hidratación y la alimentación en la ruta.
El viaje lo pensamos para realizarlo de manera tranquila, sin apurar ni planificar mucho. Solamente unos lineamientos de los lugares imperdibles que se encuentran en la ruta. Pero con el pasar de cada kilómetro nos fuimos sorprendiendo con nuevos regalos que la naturaleza nos entregaba al paso del camino. Un lugar al lado de un río ideal para almorzar o acampar, un riachuelo para poder re hidratarnos o si hacía mucho calor hasta salía el poder bañarse y después seguir pedaleando, viajamos al ritmo de la naturaleza.
Comenzamos por lo que se conoce como Patagonia verde, una mixtura de paisajes bordeando el océano pacífico con bosques siempre verdes e impenetrables y árboles milenarios. Junto a esto las montañas y volcanes que nos acompañan en el avance de los kilómetros. Además del clásico Chucao, un ave muy pequeña y de un canto muy fuerte que es característica de esta zona, que nos saludaba cuando pasábamos por el patio de su casa. Patagonia Verde, está inserta en la Ruta de los Parques de la Patagonia. Parques que están administrados por la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Nuestra primera gran parada fue en Hornopirén, considerada la puerta norte de la Carretera Austral, y además el lugar en donde debimos realizar examen de PCR para poder seguir avanzando. Como la conexión y los recursos eran escasos, debimos esperar en total una semana para poder seguir avanzando. Pero de igual manera pudimos disfrutar de este lugar y finalmente una semana se hizo poco para conocer los alrededores de este lugar. Montañas y ríos nos llamaban a salir a conocer, y el Volcán Hornopirén imponente, custodiando el pueblo.
Luego de una noche de navegación, llegamos a Caleta Gonzalo por la madrugada. Aquí fue donde coincidimos con otros ciclistas, quienes iban por el mismo sueño y sed de aventura. Encendimos los frontales, luces y comenzamos a pedalear con mucho frío por un camino de piedras en la oscuridad. Solamente se escuchaba el rodar de las bicicletas, el viento y los ríos que cruzaban la ruta.
Con el pasar de los kilómetros comenzó a amanecer y el frío quedó atrás. El sol comenzó a iluminar las montañas, creando un contraste mágico de colores que nos motivaba en el andar. Pasamos a los pies del volcán Chaitén, el que llama mucho la atención por el color, vapor y la fumarola del cono volcánico. Cabe destacar que este tuvo su última erupción en mayo del 2008 y como consecuencia se produjo el desbordamiento de los cursos de agua que destruyeron gran parte la ciudad de Chaitén. Como llamaba tanto la atención, nos detuvimos allí e hicimos nuestro primer Trekking, para apreciar de cerca hermosura de este lugar.
Siguiendo por la ruta 7, hacia el sur desde Chaitén, se encuentra otro evento importante que demuestra el poder de la naturaleza. Llegando a Villa Santa Lucia, se ven intactos los vestigios del aluvión ocurrido en diciembre del 2017, producido por las precipitaciones y el deslizamiento de material desde una montaña, que tomó por sorpresa a los habitantes de este lugar. Al llegar a la Villa, se aprecia la destrucción, banderas chilenas flameando donde alguna vez habían casas, y que recuerdan a los 21 fallecidos y un desaparecido que dejó este desafortunado evento.
La ruta sigue con los imperdibles del recorrido, como lo son La Junta, Puyuhuapi y el Ventisquero Colgante del Parque Queulat. Y para nosotros los ciclistas, la tan famosa cuesta Queulat, que finalmente no fue tan difícil como nos habían mencionado.
Saliendo de Villa Amengual el paisaje comienza a cambiar notoriamente, la Patagonia Verde comienza a quedar atrás y da paso a la estepa, dejando al descubierto a las montañas en su máximo esplendor y también algunos cóndores que sobrevuelan nuestro avanzar.
Al llegar a Coyhaique, el principal núcleo urbano de la Patagonia, es aquí donde es momento para la reparación de detalles mecánicos y de abastecimiento. Allí se encuentra casi todo lo que se necesita para seguir con la ruta.
Al lado de la ciudad está también la Reserva Nacional Coyhaique. Es un privilegio el poder tener una reserva tan cerca de la ciudad que te permite ir en bicicleta, caminar o correr.
Por último, el cerro Mackay se presenta imponente al lado de la ciudad, e ideal para aquellos que les gusta la escalada.
Uno de los tramos de la ruta más complicados se encuentra entre Coyhaique y Villa Cerro Castillo. Esto es debido a que se llega a un poco más de 1.100 metros de altura y eso, sumado a las corrientes de aire a esa altura, lo convierten en un trayecto de dificultad física y mental. Pero si tienes suerte como nosotros, puedes ver en esta parte algunos Huemules, los protagonistas del escudo nacional y con el que está realizando una gran labor con la conservación.
Para los son amantes de la escalada o el trekking, Villa Cerro Castillo les será fundamental visitar dentro de la ruta. Allí tendrán que dedicar un par de días para escalar las más de mil líneas de escaladas que están en el lugar, o para caminar por los senderos de la reserva en medios de bosques de lengas y por montañas a través del imponente Cerro Castillo.
En mi caso, me gusta correr por montañas, es por eso que hice la Travesía de las Horquetas en modo Trail Running, la cual está muy recomendada, para quienes disfrutan de este deporte.
Saliendo de Villa Cerro Castillo, solamente son 15 kilómetros de pavimento, luego de eso es todo de piedras hasta el final de la Carretera Austral. La ruta sigue con destino a Puerto Río Tranquilo. En este tramo se bordeamos el Río Murta, de color turquesa y con salmones que se ven en pequeños esteros desde la bicicleta mientras vamos pedaleando. Luego se llega al gran Lago General Carrera / Lago Argentino que esta compartido con Argentina, el más grande de Chile y el segundo más grande de Sudamérica después del Titicaca.
Las principales atracciones de Puerto Río Tranquilo son las Catedrales de Mármol, el glaciar exploradores en el campo de hielo norte y la laguna San Rafael. En esta oportunidad fuimos al Glaciar exploradores a los pies del Monte San Valentín, la montaña más alta de la Patagonia con una elevación de 4.058 m.
Más que un viaje a conocer los glaciares de campo de hielo norte y caminar sobre ellos, ver las diferentes figuras del hielo y colores, y caminar entre grietas, esto fue un viaje para generar conciencia de la fragilidad de la naturaleza y además ser testigo directo de cómo el glaciar está perdiendo grosor de una manera muy acelerada.
Según estimaciones científicas en 50 años este lugar será un lago glaciar, por la velocidad con la que se está derritiendo. Es por ello que debemos cuidar de nuestro medio ambiente, aunque sea con pequeñas acciones que realizamos a diario y tratar de concientizar de igual manera a nuestros cercanos.
El camino en bicicleta sigue bordeando el Lago General Carrera, pasando por el lado de otro Lago, el Negro, y llegando a Puerto Bertrand, donde nace el Río Baker. Este río es el más caudaloso de Chile, con un color turquesa característico y que desemboca finalmente al océano Pacífico, en Caleta Tortel. En su transcurso se encuentra con el Río Nef, lugar llamado la confluencia. Es una muy buena parada para ver la unión de dos ríos y el poder que el agua puede tener. Llama la atención aquí también los colores que tienen, el turquesa del Baker y un color lechoso de los glaciares del Nef.
La llegada a Cochrane anuncia el último gran tramo antes de llegar al final del destino. Lugar para recargar energías y comprar todas las provisiones para al menos 4 días y 3 noches, debido a que, saliendo de la ciudad no se encuentra nada más para reabastecerse en la ruta hasta llegar a Villa O´Higgins.
En Cochrane está el Parque Patagonia, lugar recomendado para visitar por su hermoso paisaje y la fauna que puedes encontrar allí, como huemules, carpinteros, águilas, cóndores y más.
Este último tramo está caracterizado por el gran desnivel en el que se encuentra en la ruta y además la casi completa desconexión que tiene. Se siente realmente que estás casi al fin del mundo.
Villa O´Higgins es la contrapartida, al llegar se encuentra una belleza escénica increíble, en gran medida gracias a glaciares patagónicos. Se goza el pedalear por estos lugares, se sufre con las subidas, viento, frío y la lluvia. También se alucina bastante con la belleza de los glaciares allá arriba de las montañas, desde donde nacen cientos de cascadas.
La llegada a Villa O´Higgins nos anuncia nuestros últimos kilómetros en la Carretera Austral antes de llegar a Bahía Bahamondes. Más al sur no se puede seguir por el lado Chileno, ya que está el Campo de Hielo Sur. Se podría seguir por el lado Argentino, y cruzar al Chaltén, pero en este momento las fronteras se encuentran cerradas por motivos de pandemia. Esos últimos kilómetros son de muchas emociones y recuerdos, con ganas de que no termine esta gran aventura.
A mi mente llegan memorias de algo que comenzó como una idea/sueño y ya está llegando a su fin. El final luego de siete semanas y 1.247 kilómetros arriba de la bicicleta. Sin embargo la experiencia vivida, los lugares conocidos y los nuevos amigos que hicimos en el camino es algo incalculable que queda para toda la vida.
Solo queda invitarlos a atreverse a salir y conocer, de ese lugar que siempre han soñado o planificado, en solitario, acompañado o en familia, no perder la capacidad de asombro y disfrutar de la aventura que está esperando allá afuera.