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Cumpleaños en la montaña – LATITUD


Cumpleaños en la montaña 

Estas vacaciones serían muy diferentes a otras debido al contexto: pandemia por el virus de la Covid 19.

Temor, ansiedad y mucha expectativa, aunque a toda emoción negativa le ganaba el deseo y la necesidad del contacto con la naturaleza, tras el aislamiento.

Había sido un año durísimo extrañando a la gente querida y resolviendo eventualidades, el descanso era muy necesario.

Amanecí temprano ya que debía partir desde Ezeiza. Me aseguré de tener los permisos de circulación, barbijos y todo lo necesario para tomar todas las medidas de prevención.

Pedí un auto de aplicación y me dirigí hacia el aeropuerto. Al llegar, un simpático empleado me solicitó dni, tarjeta de embarque y me controló la temperatura además de rociar las palmas de mis manos con alcohol.

El vuelo partió a horario, fue muy tranquilo pese al clima lluvioso y arribo a la ciudad de San Carlos de Bariloche con un clima fresco y cielo azul, completamente despejado.

Conseguí un traslado económico que pude compartir con otra pasajera.

Había alquilado un departamento temporario ubicado en a pocas cuadras del Centro Cívico y de las playas del centro. Tenía una vista panorámica hacia el lago Nahuel Huapi y también hacia el reloj del Centro Cívico.

Me asegure de ventilar y desinfectar el lugar como medida de prevención.

Día dos, un mendocino en el camino

Amanecí con un día soleado y cielo azul de verano, abrí las ventanas para que ingresara aire y sol y me preparé el desayuno. Había decidido recorrer a pie Circuito Chico, el Parque Municipal y el ascender al Brazo Tristeza.

Tomé coraje para trasladarme en transporte público, ya que desde el inicio de la pandemia y con la suerte de poder trabajar en formato virtual, había dejado de usar los medios públicos de transporte.

Viajé en la línea 20 del transporte local de colectivos y el recorrido se completó en menos de treinta minutos, descendiendo a la altura del hotel Llao Llao.

Inicié el recorrido para visitar en primer lugar el Parque Municipal, uno de mis lugares favoritos de Bariloche. Los senderos rodeados de árboles, también el sector de arrayanes, identificables por su característico color canela del tronco.

Y la bajada al Lago Moreno con la increíble vista al Cerro Lopez, lugar donde aproveche para merendar.

Luego al descender hasta la playa del Lago Moreno, me cruce con un muchacho, llamado Gastón quien me pidió si le tomaba una fotografía y luego él me tomo una. Iniciamos charla, al igual que yo, él también viajaba solo y decidimos continuar camino juntos rumbo a Bahía Moreno y Mirador del Brazo Tristeza.

Durante el recorrido conversamos y nos fuimos conociendo y disfrutando de las increíbles vistas. A la derecha del camino el lago Moreno con sus tonos turquesa en la costa y azul en las profundidades y el imponente Cerro Lopez. Llegando a Bahía Moreno y antes de cruzar el puente, avistamos un hermoso zorro colorado.

Caminamos por la playa hasta iniciar el sendero hacia el mirador del Brazo Tristeza, un ascenso de nivel bajo de dificultad, que ofrece una hermosa vista panorámica.

Detuvimos la marcha al llegar al mirador para tomar un descanso y contemplar el paisaje. Esos momentos de silencio, y total disfrute donde parece imposible cubrir con la mirada todo detalle de tan majestuoso paisaje, lleno de colores y de exuberante vida.

Emprendimos el descenso y regresamos al punto donde nos habíamos conocido: el Parque Municipal. Allí Gastón me ofreció llevarme en su auto hasta el centro donde me hospedaba. Al llegar al centro, nos despedimos sin intercambiar medios de contacto.

Día 3, mi cumpleaños

En éste viaje había descubierto que el reloj ubicado en la torre del Palacio Municipal suena cada treinta minutos y que a las cero horas eran varias las campanadas, y hay una leyenda acerca de cuatro imágenes históricas que salen durante las campanadas, así que decidí comenzar un nuevo año ahí.

Di un paseo por el centro y agradecí poder estar de viaje, disfrutando y a punto de conocer un nuevo lugar.

Amanecí temprano y mientras desayunaba leí y escuche los saludos de cumpleaños. Preparé la mochila con lo necesario para el viaje y me dirigí hacia la terminal de ómnibus con destino a Villa La Angostura.

Había decidido realizar el trekking por la Bahía de Quetrihué.

Durante el viaje transitamos parte de la mítica Ruta 40, costeando el hermoso lago Nahuel Huapi, la naturaleza me regalaba un gran arco iris.

Al arribar a Villa La Angostura, personal del municipio solicitó el permiso de circulación y dni. Tras cumplir con los requisitos y protocolos, me dirigí hacia la oficina de turismo para solicitar un mapa y la información acerca del sendero que tenía planificado recorrer.

Luego caminé desde la terminal de ómnibus hasta Puerto Manzano, allí me encontré con una chica que trabajaba en Parques Nacionales y amablemente me brindo información útil acerca de la Península de Quetrihué y me indicó el camino hacia el ingreso al sendero.

Transitando por el camino indicado, llegué hasta un portón de madera cuyo cartel ubicado en la parte superior decía: Parque Nacional Los Arrayanes Istmo de Quetrihué y se avistaba un sendero arbolado a ambos lados del camino.

El sendero tiene un nivel de dificultad medio, y la extensión de 11 kms desde Villa La Angostura hasta el Bosque de Arrayanes. Comenzando el sendero por Villa La Angostura es un poco más exigente que comenzando por Bosque de Arrayanes.

Los senderos son angostos, hay raíces de árboles y el filo a la derecha bordea la costa de Bahía Mansa. Muchos de los visitantes lo recorren en bicicleta. La vista panorámica es increíble, especialmente en los miradores donde la vista de la Bahía Mansa y Brava parece un corazón. Bosques, lagos azules y aire puro, completan el escenario que parece extraído de un libro de cuentos.

Al descender pasé por una casa de té y compré una porción de un cheescake de frutos rojos que sería mi torta de cumpleaños y la saboreé en la playa de Bahía Mansa.

Regresé a Bariloche y de camino hacia el departamento donde me hospedaba, encontré a Gastón de casualidad y decidimos compartir la cena. Estamos destinados a encontrarnos le dije y sonrió.

Los cumpleaños en la montaña tienen todos los ingredientes para que sea un día memorable y diferente a otros días: la aventura, la naturaleza, las personas que aparecen y acompañan a recorrer el camino y la felicidad de sentirse viva disfrutando con todos los sentidos. Leí por ahí una frase que dice «Do more than just exist» (hace algo más que existir).

M. Soledad Campanini



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