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Irlanda, La Isla Verde, por Ania Hess, especial para LATITUD


Por Ania Hess, especial para Revista Latitud

Siempre he querido ver la Isla Verde, las historias de mis amigos sobre lo hermosa que es Irlanda resultaron ser absolutamente ciertas cuando la conocí. Por desgracia, el desconocimiento me llevó a conocerlas en el mes menos indicado. Concretamente visite el condado de Mayo en abril, el mes más traicionero en términos climáticos. Si hubiera esperado hasta finales de mayo, el tiempo probablemente habría sido soleado y bastante estable. Pero tuve una semana lluviosa con muchos vientos fuertes y algo de nieve. De todos modos fue un viaje espectacular, esta pequeña parte de Irlanda me encantó, al punto de querer volver. 

Los Irlandeses y sus costumbres

Los isleños son extremadamente amables; al caminar por las calles irlandesas la gente nos sonríe y saluda con énfasis. 

A primera vista parecen ser personas muy alegres, o por lo menos nunca se los ve quejando. Con respecto al turista les sobra amabilidad,  son muy serviciales y están dispuestos a charlar sobre cualquier tema, siempre y cuando no sea sobre religión o política. 

Los irlandeses dan mucha importancia a mirarse a los ojos cuando se saludan. Ya sea al cruzar una calle, esperar el autobús o en un pasillo de oficina la mirada a los ojos siempre es profunda. Esto puede parecer extraño, sobre todo si se acaba de regresar de Estados Unidos, como fue mi caso, donde mirar profundamente a los ojos del otro se considera una intrusión. Será que cada país tiene sus propios modos. 

Quiero hacer un paréntesis para contar algo que me llamó la atención. Además de la ya conocida circulación inglesa por la derecha, existen otras curiosidades en los detalles de la vida cotidiana de los irlandeses; por ejemplo, en los baños irlandeses hay dos grifos, uno con agua fría y otro con agua caliente. El caliente está a la izquierda, y hay que acostumbrarse a abrir los dos grifos a la vez para no quemarse. Las ventanas también son particulares, ya que en Irlanda siempre abren hacia afuera. 

 

En fin… 

La vida social en este país se desarrolla en los pubs. Los irlandeses son bien conocidos en el mundo por su increíble capacidad para consumir alcohol. Si visitas uno de ellos no se te ocurre seguirlos en su ritmo de bebida, si quieres terminar el día con tus propias fuerzas. Tienen una capacidad asombrosa para beber enormes cantidades de alcohol en muy poco tiempo, sobre todo cerveza. 

Ya que hablamos de debidas, aparte de las cervezas negras como Guinness y Beamish, también merece la pena probar la roja Kilkenny. De las sidras recomiendo Bulmers, que sale muy bien en un vaso con hielo. Cuando se trata de bebidas más fuertes, el whisky Bushmills es el más popular. Se suele servir con café, de esta mezcla surge el café irlandés.

Sabores de Irlanda

En Irlanda puedes comer barato en restaurantes buffet del tipo «come hasta que puedas». Si pagas entre 12 y 15 euros, te llenarás comiendo gambas en salsa agridulce o pato pekinés, y hasta con postre incluido.

Si quieres probar algo típico del país debes pedir el filete de ternera irlandés, o el cordero también.

Si querés algo más simple para hora del almuerzo será una buena opción los sandwiches al horno, o horneado con queso de cabra, que es realmente delicioso. 

Para mi no se puede dejar la isla verde sin antes comer el tradicional británico fish&chips (bacalao frito y patatas fritas caseras con vinagre). Este puede ser un plato muy poco saludable, pero es también una de las mejores cosas que he comido en mi vida. Créeme, es delicioso. 

Irlanda es una isla y como tal su cocina se basa mayormente en pescado. La mejor manera de disfrutarlo es en los bares y restaurantes de la costa. Puedes probar  también una típica sopa irlandesa, a base de tocino, pescado y marisco.

Es cierto que pasaremos frío en Irlanda, pero también será una excusa para disfrutar de uno de estos actos calientes. 

Si hablamos de postres déjenme decirles que los irlandeses no son exigentes ni tienen muchas recetas elaboradas de dulces. Algunas de las más populares son la tarta de manzana o el delicioso banoffee pie con plátanos y toffee, cubierta con una capa de nata montada a punto de nieve.

Downpatrick Head y el Condado de Mayo

Según una antigua leyenda irlandesa, hace mucho tiempo en la costa oeste de Irlanda vivía un celta llamado Crom Dubh. En aquellos tiempos, San Patricio viajaba por la Isla Verde y convertía a la gente al cristianismo. El pagano de Crom era muy terco y no quería aceptar la nueva religión en su tierra. Finalmente, un día, la paciencia de San Patricio se agotó, y llevado al extremo, golpeó el suelo con todas sus fuerzas con su pastoral, haciendo que el pedazo de tierra en el que vivía el revoltoso celta se separara del resto de la tierra. Crom Dubh no tenía posibilidades para escapar y murió solo en una roca aislada. 

Esa es la leyenda que explica lo impresionante de este paisaje irlandés. Lo cierto es que al visitar este cabo uno se da cuenta inmediatamente de lo poderoso que puede ser el océano y de lo mucho que afecta al paisaje. Las olas que golpean con una fuerza aterradora han excavado aquí enormes cuevas subterráneas. Durante la caminata podemos encontrarnos con enormes abismos en el suelo.

Al borde del acantilado se encuentra la famosa roca en la que murió Crom Dubh, repitiendo la leyenda. El nombre irlandés de la roca es Dun Briste. Causa una impresión electrizante, pero también despierta un gran respeto. Había un montón de valientes a mi alrededor, que se situaban sobre el acantilado para hacer una buena foto, sin embargo yo decidí mantener una distancia prudencial.

También hay una pequeña casita de piedra en el acantilado que se utilizó como punto de observación durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora la utilizan sobre todo los ornitólogos, para quienes Downpatrick Head resulta un auténtico paraíso respecto al seguimiento de numerosas especies de aves.

Los habitantes del condado de Mayo sueñan con que Downpatrick Head sea tan popular como los acantilados de Moher, una auténtica joya de naturaleza para todos los viajeros de la Isla Verde. Pero lo cierto es que Mayo, situado al oeste de Irlanda, es un territorio totalmente desconocido, de hecho uno de los más desconocidos de todo el país.

¿Qué más hay que ver en Mayo? Quizá la vista más importante sea el monte Croagh Patrick, una montaña sagrada que domina con orgullo la región, también conocida como The Reek. Es visible desde casi cualquier lugar ya que se eleva en forma cónica a 764 msnm. 

Es un lugar de peregrinación asociado al culto del patrón de Irlanda, San Patricio. Se cree que el santo pasó 40 días en esta montaña en el año 441, rezando y absteniéndose de comer. Sobre esta montaña existen algunas leyendas también, pero sobre ello hablaremos más adelante.

Alrededor de 60.000 personas peregrinan aquí cada año, de las cuales entre 15.000 y 20.000 lo hacen el último domingo de julio (Domingo de Reek). Inicialmente, la peregrinación se celebraba el día de San Patricio, el 17 de marzo, pero posteriormente se trasladó al verano debido a las difíciles condiciones meteorológicas de marzo. Los peregrinos recorren una ruta difícil y rocosa, muchos de ellos descalzos, para llegar a la cima de la montaña en honor a su patrón.

Al pie de Croagh Patrick se encuentra Westport. Se trata, sin duda, de una ciudad muy interesante, aunque pequeña, con una vibrante vida nocturna. Hay muchos pubs con buen ambiente donde se puede disfrutar de una de sus clásica cerveza y música en vivo.

Los otros lugares de Mayo no son, por desgracia, tan interesantes, aunque vale la pena verlos para formarse una opinión sobre esta parte de Irlanda. Castlebar, que es la capital de la región, Claremorris o Ballina son las ciudades en las que es suficiente detenerse durante unas horas para sentir el espíritu del campo 

San Patricio y el trébol verde

San Patricio es uno de los santos más conocidos del mundo. Probablemente nació en el año 385 en Gran Bretaña. A los 16 años, el muchacho fue secuestrado y transportado a Irlanda, donde trabajó como esclavo pastoreando ovejas. Según la leyenda, fue durante este periodo cuando se sintió especialmente inspirado por Dios, y con su ayuda escapó de la isla con la edad más o menos de 20 años. Fue entonces cuando recibió un mensaje del todo poderoso para volver a la isla y convertir a la Irlanda pagana en cristiana.

Comenzó a estudiar teología y luego, como obispo, volvió con una misión. Su labor duró 40 años durante los cuales, según la leyenda, realizó numerosos milagros que al final ayudaron a convertir a los irlandeses. La labor de San Patricio condujo a la cristianización de las zonas central, occidental y norte de la isla.

Hay muchas leyendas sobre San Patricio. Una de ellas dice que expulsó a las serpientes de Irlanda. Supuestamente, lo hizo con un palo de madera y persiguió a las serpientes hasta el mar y les prohibió volver. Otra versión cuenta la historia de una vieja serpiente que se resistió a ser expulsada, pero fue burlada porque San Patricio construyó una caja e invitó al reptil a entrar. La serpiente alegó que la caja era demasiado pequeña para ella. Finalmente, para probar su punto y mostrarle a San Patricio que estaba diciendo la verdad, la serpiente entró en la caja, tras lo cual San Patricio cerró de golpe la tapa y arrojó la caja al mar. Desde entonces no hay serpientes en Irlanda.

También dicen que Patricio ahuyentó a los espíritus malignos con forma de pájaros con la campana de Santa Brígida y derrotó a un antiguo dios pagano. 

Otra leyenda muy famosa está relacionada con el trébol. Se dice que con ella, San Patricio explicó a los irlandeses el dogma de la Trinidad. Las tres hojas del trébol forman una unidad, como las tres personas divinas. Curiosamente, se dice que encontrar un trébol de cuatro hojas el 17 de marzo trae doble suerte. Por ello, el símbolo del trébol ha sido adoptado permanentemente como uno de los símbolos de Irlanda.

Para conmemorar estos acontecimientos, San Patricio se convirtió en el patrón de Irlanda, y cada año, el 17 de marzo, los irlandeses de todo el mundo celebran el Día de San Patricio. En todas las ciudades irlandesas, en todos los pueblos, hay desfiles y festivales. La gente se prende de manojos de tréboles verdes en la solapa, juega, canta, baila y festeja hasta el amanecer. El color verde es el símbolo del país y es el que la gente utiliza durante todo este día. El alegre escenario de la fiesta irlandesa atrae cada año a multitud de turistas de todo el mundo.

Esta fiesta se festeja también en varios países del mundo occidental, sobre todo en los Países Bajos, Alemania y la Península de los Apeninos

En Estados Unidos, Australia y algunos países asiáticos también. Yo mismo participé una vez directamente en la celebración y debo admitir que es una diversión completamente inolvidable, que recomiendo a todo el mundo.





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