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La leyenda de Boi, la serpiente que originó las Cataratas del Iguazú


A través la cultura guaraní nos llega la leyenda de Boi una hermosa historia sobre como se originaron estos majestuosos saltos.

Ubicado en el límite con Brasil, es uno de los destinos que se cree recibirá mayor cantidad de visitas una vez que se levante la cuarentena en el país.

Las cataratas del Iguazú, que en guaraní significa «agua grande», fueron halladas en 1541 por el adelantado conquistador español Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

Según afirma la geología, se formaron hace más de 200 mil años a partir de una falla en el macizo de Brasilia.

Esta generó un desnivel en el cauce del río Paraná lo que, a su vez, provocó que la desembocadura del río Iguazú se convirtiera en una inmensa cascada.

Vista Panorámica de las Cataratas del Iguazú
La leyenda de Boi nos cuenta sobre como se originaron las Cataratas del Iguazú

Los movimientos telúricos encausaron los 275 saltos que hoy conocemos.

Sin embargo, los guaraníes tienen su propia versión de los hechos.

La Leyenda de Boi y el surgimiento de las Cataratas del Iguazú

Esta es una hermosa historia que atrae a chicos y grandes y parte del legado cultural guaraní.

Cuenta la leyenda que hace muchos años habitaba en el lugar una serpiente gigante llamada Boi, la cual era muy temida por los habitantes del lugar.

Boi solicitaba a los indígenas guaraníes una ofrenda al año, una muchacha, que debían entregarle arrojándola al río para que el animal no les echara sus maldiciones.

Todas las tribus de la zona participaban de esta ceremonia, hasta que un año, un joven cacique llamado Tarobá se enamoró profundamente de Naipí.

Ella era una doncella que sería sacrificada para complacer los deseos de la malvada serpiente.

El cacique enamorado intentó por todos los medios evitar que los ancianos de la tribu entregaran a Naipí, aunque sin éxito.

Fue entonces cuando decidió escapar con la muchacha por la noche en una pequeña canoa.

Boi, enfurecida al descubrir lo que estaba sucediendo, para evitar la huida de los amantes.

Así fue que encorvó su lomo lo más que pudo y así partió el curso del río, formando las cataratas.

Después atrapó a Tarobá y a Naipí.

A él lo transformó en los árboles que se ven en la parte superior de las cascadas.

Y convirtió la cabellera de Naipí en la caída de las aguas.

Luego se sumergió en la Garganta del Diablo, desde donde los vigila.

La leyenda cuenta que en los días de sol, se forma un arcoíris que vuelve a juntar a los amantes.



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