París: diamante del viejo continente
Por Agostina Garnica especial para Revista Latitud
París, la gran París… cuantas cosas lindas se me vienen a la mente cuando pienso en ella. Es por eso que a través de esta nota quiero contarles un poquito de esta mágica ciudad, si es que aún no tuvieron la oportunidad de visitarla. Si la conocen, entonces quiero que les den ganas de regresar.
Se la llama la «ciudad del amor» ya que fue y es escenario de numerosas novelas y películas románticas. También es conocida por ser «la ciudad de la luz» no solo por su alumbrado público sino porque fue la capital mundial de la Ilustración en el siglo XVIII.
París tiene mucho que ofrecer y para todos los tipos de edades. Es una ciudad en la que jamás te vas a aburrir.
Recibe al año más de 33.8 millones de turistas y eso se explica en que tiene un encanto particular, una pizca de romanticismo e historia, lo que hacen de este lugar, algo único en el mundo.
La visite en enero y era pleno invierno. Esos días suelen ser muy fríos, nublados, con lluvia y mucha nieve. Así y todo me fascino. No tuve la suerte de verla vestida de blanco pero si tuve la suerte de caminar por sus calles con un paraguas bajo la lluvia, y así llegue a la conclusión de que es hermosa por donde la mires.
El transporte público funciona a la perfección conectando toda la ciudad y aparte es barato. Así que si está en tus planes conocerla, esta es una buena forma de recorrerla. Yo lo utilice en todo momento, desde que llegué a París en el Aeropuerto hasta que seguí viaje por Europa.
Decidí hospedarme en un hotel ubicado a una cuadra de la estación de tren Gare du Nord y les recomiendo esta zona por varios motivos:
Es segura, está conectada con muchas líneas de colectivos y además es una zona económica a comparación de hospedarse en el centro.
Otro motivo también es la cercanía que tiene con el tan famoso barrio de Montmartre.
París es tan grande y tiene tanto para ver que es imposible recorrerla en solo un fin de semana, por eso recomiendo como mínimo una estadía de 5 días.
Como todas las ciudades, hay lugares que no podés dejar de visitar, que son paradas obligadas. Quiero contarte también un poquito de estos imperdibles:
Para descubrir los tesoros ocultos de París, la mejor forma de hacerlo es caminando. Así que agarré mi guía de viajes y me dirigí hacia el símbolo de Francia, la Torre Eiffel. Como dato curioso, este edificio cuenta con 312 metros de altura y fue el más alto del mundo hasta que se levantó el Empire State Building de Nueva York. Se puede subir por escalera o ascensor para tener una vista panorámica de la ciudad; Recomiendo sacar con anterioridad la entrada para evitar largas filas.
Si querés contemplar otras vistas de la gran dama de hierro, te recomiendo visitar Champ de Mars, el famoso jardín ubicado entre la Torre Eiffel y la Escuela Militar. En él encontrarás áreas verdes, lagunas y fuentes. Es un excelente lugar para tomar fotografías con la famosa torre de fondo.
A unos 15 minutos caminando, me encontré con el Hôtel des Invalides construido por el rey Luis XIV para alojar a los soldados heridos en guerra y a los militares retirados, como agradecimiento por disponer de sus vidas al servicio de la monarquía. Si bien hay mucho que ver en este lugar, no dejen de visitar la Iglesia del Domo, destacada por su cúpula dorada. Esta Iglesia es un punto de referencia ya que dentro de ella descansa Napoleón Bonaparte. Sus restos fueron trasladados desde la isla de Santa Helena en 1840.
Un toque adicional que no puede faltar, en tu visita a París (por nada del mundo) es caminar por la Avenida Des Champs Elysees. Coronada por cientos de flores de colores, negocios de alta moda y cafés parisinos.
Allí te encontrarás con el Arco del Triunfo. La construcción fue ordenada por Napoleón en homenaje a la gloria de su ejército y está ubicado en la Place de l’étoile desde donde parten 12 importantes avenidas.
Siguiendo el recorrido y muy cerca de este lugar, encontramos una maravilla en áreas verdes: Jardins des Tuilerie. El jardín separa el museo del Louvre de la Place de la Concorde; Es un lugar ideal para los amantes del algodón de azúcar, los paseos, la cultura y la emoción.
Y si de paseos se trata, te recomiendo que para llegar al Museo del Louvre desde los jardines, bordees el río Sena. No te vas arrepentir de los hermosos paisajes que vas a ver; Combinando naturaleza, historia y romance. Allí también observarás la cantidad de candados colgando de los puentes, donde las personas sellan su amor.
Al igual que en la Torre Eiffel, también te recomiendo que compres tu entrada con anticipación. Debido al contexto de pandemia, la capacidad fue altamente reducida.
¡El Louvre es enorme! Para hacerse una idea general y ver las obras más destacadas, es necesario dedicar al menos una mañana completa. Contiene alrededor de 350.000 piezas y fue construido como fortaleza por el Rey Felipe Augusto hacia 1200. Una de las pinturas que quiero destacar que no podés dejar de ver es La Gioconda de Leonardo da Vinci, y como escultura La Venus de Milo de la Antigua Grecia.
Y ahora sí, quise dejar para lo último el increíble y famoso barrio de Montmartre. Barrio de pintores y poetas, unido a la bohemia de finales del sigo XIX y siglo XX. Es el punto más alto de la ciudad y todo es un encanto. Desde sus callejuelas, plazas y terrazas hasta la esplendorosa Sacre-Cour: Una de las estampas más fotografiadas de París. Esta basílica se construyó para honrar la memoria de los soldados franceses caídos en la guerra franco-prusiana.
A orillas de Montmartre, encontrarás el Moulin Rouge. Fue el cabaret más famoso de la Belle Epoque. Hoy abierto para disfrutar de un espectáculo junto a una cena o simplemente beber un café.
Y luego de varios lugares recorridos de París, esta nota va llegando a su fin. Ciudad llena de cultura, historia pero sobre todo de mucho romance. París responde a todo lo que el corazón desea porque es una fiesta y realmente vale la pena que estés ahí al menos una vez en tu vida.