Recorriendo la costa Brava
Por Isaac y Belén de @viajocomoquiero especial para revista Latitud
Esta vez os queremos contar sobre la Costa Brava en Cataluña, España. Este es el lugar de origen de Isaac, pero también donde el destino hizo que nuestros caminos se unieran.
Esta zona de Cataluña, sin duda nuestra favorita, está llena de calas arenosas con fondo de pinos, playas doradas, pueblos medievales dignos de conocer y otros de carácter marinero.
La Costa Brava son 150 km de costa que van desde Portbou (pueblo fronterizo con Francia) hasta Blanes, conocido por su puerto pesquero, aunque la joya de la corona de Blanes es el Jardín Botánico Marimurtra. Su enclave espectacular al borde de los acantilados y sus 7000 especies de plantas hacen de estos jardines una visita obligada cuando visitas Blanes.
Después de Blanes seguimos el recorrido costero hacia Tossa de Mar, un pueblo que te dejará totalmente impresionado. Situado sobre la antigua ciudad romana de Turissa, es considerado uno de los rincones más bellos de la Costa Brava. La Vila Vella (ciudad antigua), con su torre del homenaje y sus murallas, declaradas monumento nacional, la han hecho conocida en el mundo entero.
Y qué decir de Sant Feliu de Guíxols, S’Agaró, y Platja d’Aro, tres pueblos contiguos que mezclan la herencia de la dedicación a la industria del corcho, la pesca y la construcción de barcos en el caso de Sant Feliu, con la urbanización más elitista situada sobre mar, rocas y pinares de s’Agaró contrastando con el bullicio, el comercio y la vida nocturna de Platja d’Aro.
Siguiendo hacia el norte nos adentramos en una de mis zonas favoritas: Calella, Llafranc, Tamariu y Begur. Una consecución de pequeños pueblos costeros donde los locales, siguiendo los caminos de ronda, encuentran su paraíso natural. Es aquí donde se respira la esencia de la Costa Brava, donde ver los acantilados más escarpados y donde observar el agua cristalina.
Tierra adentro, sobre la llanura ampurdanesa, encontraremos el Triángulo Dorado de las Villas Medievales: Peratallada, Pals y Palau-Sator. Un laberinto de calles medievales perfectamente conservadas y restauradas te trasladará inmediatamente hasta el s.XI. Desde Pals podrás tener una panorámica completa del Baix Empordà y sus famosos arrozales, del Macizo del Montgrí coronado por su castillo y de las Illes Medes, muy apreciadas por su Reserva Marina única en el Mediterráneo.
Volviendo a la costa nos paramos detenidamente en las Ruines D’Empúries uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Cataluña. Este yacimiento greco-romano construido en el s.VI a.C y situado frente al mar fue una de las principales ciudades de comercio en tiempos de Julio César.
Desde este punto observaremos, de forma completa, el impresionante Golfo de Roses, donde se encuentran los Aiguamolls de l’Empordà, uno de los mayores humedales de Cataluña donde descansan más de 300 especies de aves todo el año. También podremos visitar Empuriabrava, considerada la pequeña Venecia catalana o el pueblo de Roses dominado por su bahía.
Y terminando el recorrido llegamos a la parte final de la Costa Brava y también una de mis zonas favoritas; Cadaqués. Un pueblo blanco que mira al mar, solo accesible por una sinuosa carretera, que sigue manteniendo esa esencia de antaño que lo caracteriza.
Adorado por grandes artistas como Dalí o Picasso es sin duda el mejor lugar donde parar, sentarse en una de sus calas de rocas planas y empezar a recordar cada uno de los pueblos que hemos recorrido juntos a lo largo de este artículo.