Por Luciana Rodini, especial para Revista Latitud
Hace unos días, escuchando una entrevista que le hicieron a Naguib Mahfouz, él dijo: “Tu hogar no es donde naciste, el hogar es donde todos tus intentos de escapar cesan”
*Cuando todas las voces enjuiciadoras (propias y ajenas) me decían que yo viajaba para escapar, los miraba y pensaba: escapar de quien o de que? A veces respondía y terminaba todo en un debate tan innecesario como desgastante, y, a veces, me callaba (fiel a mi estilo).
*Cuando empecé a viajar, mis padres me contaron que a los 10 años ya les había pedido que me regalaran un mapamundi (aún lo espero, pero bue…).
*Pasaron los años, y agradeciendo no resistir a ningún archivo porque eso demuestra que cambio y muto con mis deseos, puedo mirar a los ojos a la Luchi-Niña y afirmarle que no viajé para escapar, sino, que de mis viajes, hago mi experiencia de vida.
*A todas esas voces enjuiciadoras les quiero contar que a mi nunca nada ni nadie me persiguió para que huya, sino que huía (en el buen sentido) cuando ya sentía que no era mi hogar.
*Todos tenemos un significado de “hogar” diferente. Para mí, “hogar” es todo lo que me da paz, desde la montaña, pasando por un abrazo apretujador hasta el ronroneo de Rogelio, mi gato.
*Si bien es verdad que Bari hoy tiene ese significado de “hogar” elevado por mil, también es verdad que yo “hago del mundo, mi hogar”.
*Y estoy feliz de que así sea porque, si no hubiese habitado mi propio mundo-hogar imperfecto, seguramente hubiese habitado el mundo-hogar “perfecto” de otros.