Uarzazat, las puertas del desierto
Uarzazat y los Bereberes
Un lugar maravilloso y misterioso donde se puede ver cómo es el Marruecos real y menos turístico. Es un auténtico destino lleno de mil y un impresionantes maravillas que revelan al visitante una variedad de paisajes asombrosos, entre el desierto y los valles verdes.
Fundada por la tribu bereber, la ciudad ha sido llamada durante siglos la Puerta del Desierto. Es aquí, en el valle del río Draa, donde estos mercaderes conducían sus caravanas a Tombuctú y construían ksars, fortificaciones defensivas que protegían a los viajeros de las hordas de ladrones.
Los bereberes son el pueblo indígena del norte de África. Curiosamente, todavía hay más de 30 millones de ellos viviendo allí, a pesar de que en las zonas que habitan predomine los árabes.
Según el historiador y filósofo árabe Ibn Jaldún, el nombre original de este pueblo derivó del latín «barbarus» (bárbaro), el cual fue adaptado por ellos sin notar su connotación ofensiva.
Son un pueblo maravilloso y abierto. En su propia lengua no se refieren a sí mismos como bereberes sino como amazigh, que significa «hombre libre». Su orgulloso símbolo (Yaz) se encuentra en Marruecos a casi cada paso. Aparece en las paredes de los edificios, en los mercados entre las telas de las alfombras tejidas a mano, en las joyas de plata que se venden en todas partes y sobre todo en su bandera. Sus 3 colores tampoco son casuales. El azul representa el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, el verde la tierra y el amarillo la arena del desierto.
En Uarzazat son muy populares entre los turistas las alfombras bereberes. Los patrones originales y complejos dependen de la familia (clan) que la trabajó. Muchas alfombras se fabrican en las montañas del Atlas, en pueblos alejados de las ciudades.
En Marruecos, el valor de una alfombra está estrechamente ligado al número de nudos y dibujos que la componen. Vale aclarar que hay que saber distinguir entre una autentica joya echa a mano y una alfombra industrializada.
En los alrededores de la ciudad también hay minas de magnesio, cobalto y cobre. Al este de la ciudad se encuentra el embalse de Al-Mansur az-Zahabi.
Ksar Aït Ben Haddou
Cerca de Uarzazat podemos admirar un ksar, muy bien conservado: Aït Ben Haddou, inscrito en 1987 en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Al pasar su puerta de ingreso, es difícil resistirse a la impresión de que el tiempo se ha detenido. La gente sigue viviendo aquí como hace siglos, intentando sacar provecho de los turistas que llegan, vendiéndoles su artesanía, hierbas y alimentos. También hay quienes hacen de guía. En un inglés entrecortado, en español o en un francés fluido, cuentan la historia de este lugar. Mientras lo muestran, siempre encuentran tiempo para vender sus productos o pasar por la tienda de un «pariente». Aït Ben Haddou es un testimonio extraordinario que muestra cómo a lo largo de los siglos convivieron representantes de las grandes religiones: el islam, el judaísmo y el cristianismo.
En este lugar se han realizado varias películas y series famosas, como Lawrence de Arabia, La Joya del Nilo, Jesús de Nazaret, Gladiator, El Reino de los Cielos, Babel, Prince of Persia o Juego de Tronos. Una de las puertas monumentales de la ciudad no es original, pues fue construida con motivo del rodaje de la película La Joya del Nilo.
Estudio de cine Atlas
Un lugar imprescindible y digno de ver es el estudio cinematográfico Atlas. El complejo, que también incluye un exclusivo hotel, está situado a unos 4 km del centro de la ciudad. Para llegar hasta allí hay que viajar obligatoriamente en el autobús, donde se puede ver a la gente que vuelve de la ciudad, hablando, viviendo su vida de manera cotidiana.
Una vez dentro del estudio, puedes sentirte como si estuvieras en el rodaje de Gladiator, Astérix y Obélix, La Momia o El Reino de los Cielos. Atlas es uno de los mayores estudios de esta parte del mundo, donde ya se han rodado más de 50 películas. Las decoraciones monumentales son impresionantes, pero cuando las tocas, resulta que sólo son una ilusión hecha de espuma de poliestireno y madera. Merece la pena ver cómo se crean las cosas que admiramos en la pantalla.
Museo del cine
Inaugurado en 2007, el museo del cine se encuentra en un antiguo estudio construido por una productora cinematográfica italiana en 1981. El museo exhibe una colección de antiguos platos, atrezzos y equipos cinematográficos.
Situado frente a Ksar Taourirt, es una alternativa conveniente si no puede visitar el Estudio Atlas.
El museo consta de cuatro edificios principales. El primer edificio alberga la sala del trono. También hay una pequeña prisión y otras salas que le gustará descubrir durante su visita. A continuación, pasará por un pasillo con carteles de las películas más famosas rodadas allí. Esta es la entrada al segundo edificio, donde se encuentra, entre otras cosas, una cámara de tortura. Junto al segundo edificio hay también un patio de jines.
En los siguientes edificios hay una sala faraónica de Asia. Fotos de estrellas de Hollywood que trabajaron en Uarzazat, así como equipos y cámaras antiguos utilizados en la época. La visita finaliza con un paseo por los barcos de cine utilizados para el rodaje en el lago de Urzazat.
Plaza Muhammad V
La vida de Uarzazat se desarrolla en torno a la plaza Muhammad V. Aquí, en la parte central, los niños juegan a la pelota, conducen pequeños coches eléctricos, y la gente habla, come, bebe, se relaja, y también comercia.
Aunque la plaza no es tan espectacular como, por ejemplo, la de Marrakech, Fez o Casablanca, sigue mereciendo la pena echar un vistazo, detenerse y buscar algo por sí mismo. Los viajeros, acostumbrados a los altos precios de los lugares más turísticos de Marruecos, se verán gratamente sorprendidos por el hecho de que en esta ciudad ciertamente todo es mucho más barato. Incluso los comerciantes están muy dispuestos a regatear y son capaces de bajar el precio hasta la mitad. Lo interesante del regateo es que para ellos es una especie de honor. El que sabe negociar el precio es muy respetado.
La propia plaza y la gente reunida en ella crean una atmósfera inusual al desierto del Sahara. Aquí no se encontrará con miles de turistas que corren y gritan, ni con la industria relacionada con ellos, sino que podrá sentarse y observar a los auténticos habitantes de la ciudad (en su mayoría bereberes) reuniéndose especialmente al atardecer, cuando el calor que desprende el cielo retrocede un poco. En las calles adyacentes cada uno puede sentarse y disfrutar de maravillosos platos de cordero o tajín mientras toma un té verde muy fuerte y dulce con menta.
Esta ciudad será sin duda un interesante paréntesis entre las bulliciosas y ajetreadas ciudades principales de Marruecos. En él se puede encontrar la paz y recuperarse antes de salir al desierto del Sahara.